PROMETO QUE LA VERDAD NO ME LA CALLO

jueves, 29 de septiembre de 2016

Ya el “Coco” Fariñas terminó su “huelga”, ¿y ahora qué? Por Justo Cruz

Por Iroel Sanchez:

El sistema de salud cubano es el mejor del mundo. La huelga de hambre de Fariñas es el mejor ejemplo de hasta donde es capaz de llegar el Estado cubano, sus médicos y sus enfermeros. El que tenía dudas al respecto, a partir de ahora debe haberlas disipado.
También los enemigos.

Los médicos cubanos merecen una medalla al humanismo pera también a la paciencia, porque hay que “tener el corazón en el medio del pecho”, como decía mi padre, para resistir un minuto con este impostor. 

Tener que ponerle un suero a este farsante, a sabiendas de que cada medicamento que este recibe será un medicamento de menos que dejará de recibir un paciente cubano que sí lo requiere, se necesita paciencia. Cincuenta y cuatro días en “huelga de hambre” que le deben haber costado al estado cubano miles de dólares. Todo para mantener la farsa de un farsante en el que ya nadie cree.
En eso los médicos cubanos son los mejores del mundo.

Lo que sí tiene que mejorar el Estado cubano es parte de su legislación En ese punto sus empleados estatales y funcionarios deberían aprender mucho de los capitalistas. Si este impostor fuera ciudadano de un país capitalista, de esos que lo son de verdad, con toda seguridad no se le hubiera ocurrido hacer una huelga de hambre. Pero de habérsele ocurrido, con toda seguridad no la hubiera sobrevivido, de haberla sobrevivido, les voy a contar que le hubiera pasado en uno de estos países, un día después de haber terminado su “huelga de hambre”. 

Esta idea se me ocurrió cuando me enteré que un diplomático alemán había visitado al “huelguista” en su propia casa para interesarse por su salud. 

¿Un diplomático alemán interesándose por el estado de salud de un negro cubano. „Cosas veredes amigo Sancho, que farán fablar las piedras”

¿Sabían los cubanos que en Alemania hay más huelga de hambre que en Cuba? 

Seguro que no lo saben, porque sobre eso nadie habla. Una huelga de hambre en Alemania, en la Puerta de Branderburgo no es noticia. Como tampoco es noticia cuando un negro aparece quemado en una celda de una estación de policía alemana. Lo escandaloso del caso fue que el detenido “cogió candela” y ningún policía se dio cuenta hasta que se había achicharrado y los peritos y criminalistas dictaminaron que el reo se había dado candela a si mismo. 

Me explico. Al hombre lo cogen preso, y como estaba “escandalizando” hubo que amarrarlo a la cama. Pero el mismo se las arregla para así amarrado, meterse la mano en el bolsillo y sacar una fosforera para darle candela al colchón donde lo habían acostado.
 “Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras“.
 
Estoy seguro que de eso nadie se enteró en Cuba. Ya sabemos que algunos periodistas cubanos están muy ocupados con defender sus publicaciones en medios privados financiados desde Estados Unidos y europa y no hay tiempo para echarle una ojeada al mundo a su alrededor.
Pero continuemos con el faquir cubano.

En un país capitalista el señor Fariñas después de haber hecho su huelga de hambre, hubiera recibido por correo una factura por el concepto de atención la médica recibida, que con toda seguridad le quitaría las ganas de volver a hacerse el que pasa hambre.

Les voy a contar como funciona aquí en Alemania. 

El señor Fariñas recibiría su factura con 15 días o un mes de plazo para pagarla. En caso de que no la pagara en tiempo y forma recibiría otra, y otra más, así sucesivamente. Con cada factura recibida aumentaría el importe por concepto de interés. Hasta que sus acreedores se cansaran de esperar por su dinero y se decidan a hacerle una demanda judicial. A la factura se le sumarían entonces los gastos de juicio, abogados, etc. En el capitalismo todo es mercancía. 

En caso de no poder pagar la deuda entonces a Fariñas no le quedaría otra alternativa que declararse en bancarrota. Para eso tendría que hacer una declaración jurada sobre los bienes que posee, lo que incluiría una declaración sobre el estado actual de sus cuentas bancarias. Si no lo hace, la administración del hospital como acreedor recibirá un “título” del Ministerio de Justicia que lo acreditaría como dueño y señor de todos los bienes que pertenezcan al faquir cubano. Estos tendrían la potestad de ir a su casa y apoderarse de todos los objetos de valor que encuentren en la misma, incluso la expropiación de su propia casa en caso de que esta sea de su propiedad. 

Yo pregunto, ¿cuándo habrá en Cuba una legislación adecuada a las necesidades del país y que le permita al pueblo de Cuba apoderarse de una parte de ese dinero que se gastan los pagadores de esta turba de mercenarios y vendepatrias?

¿Están conscientes los funcionarios estatales cubanos que este es un derecho legítimo de cada país?
El presidente estadounidense Barack Obama acaba de renovar por un año más, la llamada Ley de Comercio con el enemigo, un anacronismo que data del 1917, que sustenta el inhumano bloqueo contra el pueblo de Cuba. Esta ley le seguirá permitiendo a su gobierno seguir dificultando al Estado cubano en sus gestiones para la compra de medicamentos o equipos médicos que garanticen un sistema de salud adecuado, justo y equitativo.

Ya sabemos que el gobierno estadounidense se gasta millones de dólares en mantener a estos farsantes. Sabemos cuántos grupúsculos, proyectos, portales de Internet, periodistas, artistas y delincuentes reciben parte de ese dinero en el país.

¿No sería legítimo entonces exigir indemnizaciones a cambio por cada dólar que la administración estadounidense y sus satélites en otros lares se gasten en alimentar a sus asalariados cubanos?

¿Por qué el estado cubano no se decide de una vez y por todas de implantar una legislación que obligue a quienes reciben dinero de potencias extranjeras para la subversión a pagar económicamente por cada dólar que reciben por su “trabajo”?

Yo creo que ya es tiempo de que se busque una solución adecuada y justa para contrarrestar estas falsedades antes de que al faquir y o otro de los de su clase se les vuelva a ocurrir hacer como si pasaran hambre, para desacreditar a ese estado que tendrá nuevamente la tarea de velar pos su salud.

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